La historia de esta presencia bien puede empezar con una “Misión”, esto es, la llegada del P. Carlos Lizárraga, conjuntamente con otros religiosos para predicar una gran misión, favorecida por el obispo de Santo Domingo.
Dicho sacerdote, acompañado del P. Benito Arrieta, se encargó de predicar una misión en la ciudad de Moca entre los días 12 al 16 de enero de 1958. La misión se celebró en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, perteneciente a los salesianos, y al parecer la concurrencia fue inmensa, ya no sólo por el número de participantes, sino también por la gran difusión del evento a través de las emisoras de radio.
Todos los actos propiamente realizados en aquella misión tuvieron gran concurrencia, pero fue especial el último día, donde las crónicas nos narran que más de 20.000 personas recibieron la comunión.
Fruto de esta misión surgió el deseo de establecer en esta comarca del Cibao una presencia de religiosos pasionistas. El P. Carlos Lizárraga, a la sazón segundo consultor provincial, se puso en contacto con el entonces obispo de Santiago de los Caballeros, Mons. Hugo Eduardo Polanco, el cual se mostró desde el comienzo favorable a la presencia de los pasionistas en su diócesis: “Quería tener los hijos de San Pablo de la Cruz entre sus diocesanos para que mantuvieran la fe de sus pueblos y continuara en la República Dominicana la brillante historia misionera de otras naciones”.
Se abría pues un campo interesante para los pasionistas. Llegadas a buen término las negociaciones con Mons. Polanco, y habiendo recibido de la Curia General el permiso necesario para dicha fundación, se decidió enviar a la República Dominicana a los PP. Agustín Gerrikabeitia como párroco y Eduardo Asencio como coadjutor. Tomaron posesión de la parroquia de San Rafael el 11 de octubre de 1958.
A Peña- Tamboril nos la describen por aquel entonces como un municipio que distaba aproximadamente de la capital Santiago unos nueve kilómetros, con una población apropiada de los 24,000 habitantes, de los cuales sólo 4,400 residían en el centro de lo que se podía considerar un casco urbano. Los otros 20,000 vivían esparcidos por el campo en aproximadamente unas 17 capillas repartidas a los largo y ancho de los terrenos pertenecientes al municipio.
Siendo Vicario Provincial el P. Pío Zarrabe, en la curia Provincial de aquel entonces se había tomado la decisión de cerrar la misión de Tamboril. Tal decisión estaba motivada en gran medida por la escasez de personal existente, que se dejaba notar debido a la salida de tantos religiosos.
Dicho abandono se pretendió realizar de manera drástica. Incluso, podemos decir que poco correcta, por lo que el obispo de Santiago de los Caballeros respondió con un recurso a Roma, quejándose de los modos y de las maneras de los pasionistas, y el mal que producía a su diócesis la inmediatez con la que se pretendía dejar el trabajo tan importante en una parroquia tan significativa. Es cierto que hubo resistencia de parte de algunos religiosos que consideraban oportuno el trabajo que se realizaba. Creían en una presencia significativa en zona rural, más orientada hacia el carisma propio, que lo que podría ser aquella de la capital.
No obstante, los superiores trataron con el obispo para seguir, momentáneamente, al frente de la parroquia, e ir dejándola de manera paulatina. Por decirlo de otro de modo, preparar la entrega de la parroquia, y en esta ocasión el P. Gabino, que a la sazón era Vicario, realizó una buena gestión en este sentido.
Fue asombroso para muchos lo ocurrido en el Congreso Regional del Caribe, en el que la mayoría, y para sorpresa de tantos, determinó no abandonar la parroquia de Tamboril. No obstante, el grupo asignado a dicha parroquia no creía que se debía mantener el trabajo apostólico en este lugar. Entre unas cosas y otras, lo cierto es que favoreció un ambiente negativo en torno a la oportunidad de dejar este centro de trabajo.
En la primera visita realizada por el P. Ignacio Iguarán a tierras dominicanas, después de haber sido elegido segundo Vicario General, celebró una reunión con todos los religiosos allá destinados. Dicho encuentro tuvo lugar en Santo Domingo, el día 10 de septiembre de 1973. El primer tema fue precisamente realizar la consulta sobre el abandono o no de la Parroquia de Tamboril. En esta reunión, al final se decidió abandonar la presencia pasionistas en dicho lugar, quedando encargado de realizar las pertinentes gestiones del mismo P. Vicario.
La Parroquia en manos del clero diocesano
Una vez retirados los padres pasionistas, la parroquia pasa a manos del clero diocesano, siendo el P. Jesús María De Jesús, actual obispo emérito de San Francisco de Macorís, el primero en asumir la administración.